domingo, 20 de noviembre de 2011

SOLIDARIDAD Y CONVIVENCIA DEMOCRATICA, LOS MAS URGENTES RETOS DE LA HUMANIDAD

POR: Yulis Andrea Flórez Ramos

La sociedad que le ha correspondido vivir a los colombianos, es una que se halla inmersa en la tradición patriarcal de occidente, en la que el sentido de la existencia está animado por la apropiación, el control y la competencia como formas paradigmáticas de relación, al punto que han sido exaltadas a la condición de principales valores y virtudes de la vida social.
 Sin lugar a dudas, esa relación está enmarcada en el poder, que desde cualquier ámbito de la vida social emerge para apropiarse de esas relaciones que el hombre traza consigo mismo y con el Estado, y lo cual ha llevado a las sociedades modernas hasta una desmoralización y pérdida de sus identidades.
En base a lo anterior, es urgente diseñar mecanismos de poder y convivencia, que permitan asumir los retos de las sociedades modernas, pero sobre todo, de los Estados neoliberales, cuyo lema se traza en pro de lo social, sin cumplir precisamente con los estándares de calidad que deben promoverse para hacer de esas sociedades dignas y justas.
Esos mecanismos de los que aquí se habla, deben partir del propio Estado, pero cuando este Estado se limpie de corrupción, y se vuelva justo y equitativo. Hablamos entonces, de los mecanismos de Solidaridad y Convivencia Democrática.  aclararando, que estos términos no sean simples conceptos de un bienestar social, tras del que se esconden fines maquiavélicos de poder absoluto arraigado en la violencia y el autoritarismo. Sino por el contrario, fines que se desprendan de la definición ética y moral, de querer una sociedad nueva, acorde con las transformaciones de la globalización y lo que demanda bienestar total.
Los colombianos somos conscientes de nuestra situación, sabemos, que lo único que puede reivindicar a nuestro Estado y sociedad, es que seamos verdaderamente solidarios, para que así podamos convivir en paz y armonía, sentido a través del cual se construyen los cimientos de la convivencia democrática.
Teodoro Pérez señala, “la construcción de una sociedad centrada en la libertad, la equidad, el pluralismo y la solidaridad han sido un interés prioritario de múltiples pensadores, políticos y científicos desde hace varios siglos, Las ideas y prácticas democráticas en la Grecia Antigua se construyeron en la praxis fundante de esta nueva forma de organización social y de relaciones humanas.
 Las revoluciones francesa y norteamericana inauguraron políticamente en la época moderna las constituciones que legitimaron la voluntad popular como la fuente del poder, de la estructura democrática del Estado y de las formas representativas de gobierno; y desde el siglo XIX el tema de la formación para la convivencia pacífica y respetuosa en el altruismo y la generosidad se convirtió en una de las mayores preocupaciones de los pedagogos y educadores”.
Sin embargo, esa praxis tan promulgada y anhelada, se convirtió en un paradigma más, que para lo único que ha servido, es para mantener viva la esperanza de la sociedad, que aún sigue confiando en que Colombia como muchos otros países del mundo que vive su situación, la solución es elegir y reelegir cada cuatro años un nuevo gobierno que sigue siendo el mismo de hace un siglo, con los mismos fines y las mismas mañas.
Construir una sociedad solidaria y de convivencia democrática significa acabar de raíz con las huellas del pasado político, social, cultural y económico, que desde siempre nos ha abierto una brecha de desigualdad e indiferencia, que ha marginado a unos, y a otros los ha exaltado. La pregunta es entonces, ¿qué somos los colombianos, hacia donde vamos? ¿Será posible construir una sociedad solidaria y de convivencia democrática, cuando el Estado que nos lidera es corrupto?
Debemos  señalar, que la solidaridad y la convivencia democráticas, son los únicos mecanismos que pueden hacer de Colombia, un país mejor. Pero para que estos mecanismos puedan funcionar, es preciso limpiar al Estado de corrupción y hegemonía política. Necesitamos verdaderos hombres dispuestos a conducirnos hacia la transformación, ante la cual el reto es una sociedad digna, respetuosa, altruista, y solidaria; en donde la justicia sea una realidad para que el equilibrio social permanezca.
La matriz de modelos de desarrollo humano que aquí proponemos no pretende dar cuenta exclusiva de todas las categorías, variables, factores y fenómenos que pueden ser componentes estructurantes de las visiones de desarrollo humano.
Lo que presentamos es una síntesis bipolar de lo que se considera son las dos grandes cosmovisiones, las cuales nunca subyacen en las culturas o en los individuos en forma excluyente de la otra, sino en una mixtura que explica el talante contradictorio y ambivalente que con frecuencia denotamos en nuestras actuaciones públicas y privadas.
En la cultura que nos ha tocado vivir a los colombianos, la cual está inserta en la tradición milenaria de occidente, se hace patente que la visión predominante es la que se sustenta en el paradigma patriarcal que se muestra en la matriz, y que se realiza en unos modos de vida caracterizados por la permanente búsqueda del control de los otros, por la competencia, por la apropiación de riquezas materiales, por la desconfianza y el miedo como las emociones que soportan las interacciones en los ámbitos no íntimos, y por la agresión y la guerra como método predilecto y legítimo para resolver los conflictos.
La construcción de una cultura, un modo de vida solidario y democrático no será posible si no logramos fracturar esta visión patriarcal y edificar unas relaciones sociales que pendulen mucho más hacia la visión que en la matriz denominamos matristica o ecosistemica, de manera que permee los diversos espacios de interacción y de configuración de lo social.
En conclusión, es preciso que como colombianos que somos, asumamos el reto de una sociedad solidaria y de convivencia democrática, que nos reivindique, pero más que esto, que nos permita asumir nuestros destinos, como seres solidarios, dinamizadores y socializadores, en pro de construir una sociedad más digna, moralmente alta, en el que el respeto, la justicia, la solidaridad, y la equidad sean nuestra identidad.
Liberarnos de la corrupción, es dar un paso seguro al cambio, pero sobre todo, es dejar atrás el pasado y adentrarnos con confianza en un nuevo siglo y contexto, el cual esté liderado por la educación y toda forma de tolerancia y convivencia para la construcción de una paz duradera y un desarrollo que no dependa de la violencia, ni la desigualdad, sino, que se edifique en los principios éticos, morales y constitucionales, que hagan de Colombia un mejor país del que todos podamos disfrutar .